“La única certeza es la incertidumbre”
Zygmunt Bauman.
La ciencia puede definirse de dos maneras aparentemente opuestas. Bien podría decirse que es un cúmulo de certezas: algunas parciales, otras imperecederas, absolutas. Pero también sería lógico pensarla como incertidumbre. Porque incluso allí donde la evidencia permanece impoluta a través del tiempo existen territorios vírgenes de exploración y conocimiento.
Muy por el contrario, el ámbito de lo sagrado está fuertemente arraigado a la certeza sin evidencia. Podemos creer en Dios aunque no lo hayamos visto nunca. Así, la religión y las metarreligiones operan en el campo de la confianza ciega y se basan en acuerdos tácitos. Cuando creemos no exigimos pruebas.
Es difícil aseverar en qué momento histórico es-tamos: la aceleración tecnológica de la cual somos protagonistas a partir de la pandemia de COVID-19 podría llevarnos a pensar que transitamos una nueva era. Tal vez sea la posverdad, un clima de época en el cual la experiencia, las emociones y la opinión pesan más que el dato duro, la evidencia científica y la voz del experto. No importa ya la verdad como relato universal que pueda abarcar la totalidad de la experiencia humana: importa “mi” verdad en tanto sujeto que imprimo sentido al mundo a partir de mi propia decodificación de la realidad que me rodea.
La verdad en jaque
La posverdad toma forma como un fenómeno que abarca numerosos subfenómenos, entre los que se destacan las fake news, las deep fakes, la desinformación, la infoxicación, el fanatismo, el negacionismo histórico, las teorías conspirativas, la desconfianza respecto de los saberes formales y la voz de autoridad, los movimientos anticiencia, la tecnodependencia, las tribus con relato propio, la corrección política y el uso creciente del eufemismo como recurso hipócritamente inclusivo. Por último, pero no menos importante, el reinado de las redes sociales asociado al surgimiento de poderosos líderes de opinión: los influencers. Estos nuevos protagonistas in-fluyen sobre ideas y comportamientos sin necesidad de probar formación académica o trayectoria profesional, y establecen agenda de temas. Muchas veces traspasan la virtualidad y se erigen como “pseudo” voces de autoridad legitimadas sólo por la cantidad de seguido-res en sus redes sociales. Paralelamente, y en un clima socialmente posmoderno, cobra fuerza el intrusismo profesional, especialmente peligroso y dañino, porque cuando hablamos de salud se interviene en la gestión de lo público y en la salud de las personas.
Cabe destacar que la desinformación y el intrusismo no son novedosos en sí mismos; la novedad radica en su actual potencialidad para expandirse con inmediatez gracias a las redes sociales y, a la vez, potenciarse en el contexto de la posverdad.
El intrusismo crece con las redes sociales como plataforma para “ejercer” profesiones sin título habilitante. La necesidad de resultados mágicos, muy frecuente en el universo de la alimentación y la nutrición, es su más eficaz plataforma. Porque la magia y la fe brindan, a priori, mayor certeza que la ciencia, y lo hacen a una velocidad que la ciencia jamás podría igualar.
El saber profesional es reemplazado por contenido atractivo, simple de recordar, de consumo inmediato y, en muchos casos, pintoresco. Los individuos, fanatizados, actúan en manada y se envalentonan en acaloradas y a menudo violentas controversias donde la “verdad científica” se pone en duda y en las cuales incluso se bastardea a profesionales expertos.
En este mundo infoxicado la batalla se gana con espíritu crítico. Y al espíritu crítico hay que cultivarlo. Por eso es tan importante reflexionar sobre estos te-mas en el ámbito de las sociedades científicas y las instituciones educativas.
Cuando todas las voces tienen el mismo derecho a alzarse en busca de fieles creyentes, es responsabilidad de los profesionales velar por la salud de los pacientes flameando la matrícula, ya no como prueba de verdad en el sentido más ontológico de la palabra, sino como defensa de la mejor evidencia científica disponible.
Lic. Valeria Sol Groisman
Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social
Intrusismo profesional en nutrición
El intrusismo profesional en Nutrición es el ejercicio de actividades profesionales realizadas por personas que no poseen el título expedido por autoridad competente. Así ejercidas, pueden atentar contra la salud de la población ya sea al fomentar prácticas no basadas en la mejor evidencia científica disponible, desinformar o lucrar con productos de dudosa fiabilidad.
La Sociedad Argentina de Nutrición creó una Subcomisión de Ejercicio Profesional con la finalidad de ayudar a la detección de los casos de intrusismo profesional en Nutrición.
A tal efecto en nuestra página web puede accederse a un formulario que permite definir si se trata no de un caso de intrusismo. Consideramos que de esta forma colaboramos para garantizar el ejercicio de la Nutrición, ya sea del médico/a especialista en Nutrición o del/ la licenciado/a en Nutrición, basado en los principios de integridad, ética, idoneidad, equidad, colaboración y solidaridad para contribuir al mantenimiento y mejoramiento de la salud de las personas y la comunidad.
Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Nutrición
FUENTE: http://www.revistasan.org.ar/pdf_files/trabajos/vol_21/num_2/RSAN_21_2_33.pdf
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